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UN OFICIO ENTRE BOTONES Y SUEÑOS

Amanda Muñoz Espitia, se dedica desde hace 30 años al oficio de la costura, un oficio que le ha permitido salir adelante con mucho esfuerzo, pues según explica es de mucho sacrificio y no es muy bien remunerado, es así que actualmente trabaja desde su propia casa. Alterna su oficio con las labores del hogar, pues aparte de trabajar, es ama de casa y cuida a su nieta.

Amanda vive en el noroccidente de Bogotá, su día normal comienza a las cuatro de la mañana cuando se levanta a coser y posteriormente a hacer sus labores domésticas.	El oficio de la costura lo alterna en la actualidad con el hogar, pues durante muchos años trabajó en varias microempresas, tanto familiares como de carácter privado.	Ha cosido lo que le pongan y este ha significado un reto, pues por sus manos han pasado todo tipo de prendas y materiales, desde camisetas, hasta sudaderas, también ha diseñado prendas y en sus inicios tejía sacos con la máquina tejedora.
Cuenta con tres máquinas industriales (la plana, la collarín, y la fileteadora) además de una máquina familiar, que sirve para abrir ojales, estas cuatro máquinas las adquiere después de varios años de arduo trabajo, y son su principal herramienta de trabajo.	Actualmente ella se dedica a coser pijamas, lleva varios años trabajando a satélite (Una modalidad en la que los dueños de las micro-empresas le llevan el trabajo a la casa) de manera independiente, sin embargo debe trabajar de manera rápida y eficiente.	A sus 47 años se ha casado dos veces, y enviudado la primera vez, del padre de su hija que hoy tiene 27 años, situación que la sumió en una depresión pero que le permitió cambiar su vida. Fue víctima de violencia intrafamiliar y maltrato psicológico por parte de su exesposo, situación que la mantuvo con depresión durante largos años y que con el paso del tiempo ha ido afrontando.
La talla que más cose es la M.	Trabajar en el hogar tiene muchas ventajas, pues le permite manejar el tiempo de una manera más flexible, tiempo que alterna con el cuidado de su nieta, a la que debe prestarle atención, darle de comer y velar por su bienestar, tareas que complementa y que termina a las 9 de la noche.	Las agujas son los implementos que más se desgastan, pues dependiendo la prenda estas resisten un tiempo determinado, lo que le genera un gasto constante, además de la revisión periódica a las máquinas que debe hacerla cada seis meses.
Su trabajo consiste básicamente en recibir el corte, debe juntar las prendas, las divide en camisetas y pantalones, debe verificar que estén bien, poner bolsillos, hacer ojales y poner botones. El último paso del proceso es quitar hebras, inspeccionar las prendas y empacarlas en grupos de a 10 para su distribución.	Ella es muy devota a Dios y a los santos, es por esto que en sus máquinas y en su taller en general no pueden faltar imágenes, oraciones o medallas de santos como la virgen María, la virgen de Guadalupe, y el papa Juan Pablo II.	Ella asegura que es un oficio mal remunerado, pues le pagan cada pijama completa (dos prendas) a $900 pesos, sin tener en cuenta la hilaza que debe comprar, que le vale 3.100 pesos, la de colores es más costosa, además de otros gastos como el aceite y transporte en muchas ocasiones.
Una de las cosas que más le gusta hacer es escuchar música, el vallenato y la música bailable son sus géneros favoritos, su gran sueño era haber pertenecido a una orquesta como bailarina. Le gustan artistas como Farid Ortiz, Diomedes Diaz, Miguel Morales, Wilfrido Vargas y su orquesta.	Su profesión es toda una carrera contra reloj, pues debe sacar como mínimo diariamente para completar su producido cerca de 30 pijamas diarias. Amanda relata que en los días que mas ha tenido trabajo, ha elaborado hasta 50 pijamas diarias, una destreza que sólo la práctica como en cualquier oficio lo permite.	Su trabajo depende mucho de las temporadas, así como la decembrina que se acerca, pues su producción aumenta, estas fechas también son una excusa para escuchar lo mejor de sus artistas favoritas, hacer lo que más le gusta, que es bailar y compartir con su familia.

MIRADAS

Desde la observación e investigación intento redefinir el mundo dándole mis signifcados personales. Con el cuidado del medio ambiente, promoción del uso de la bicicleta, espiritualidad, arte, cultura, fotografía, fotoreportajes, entrevistas, y más.

UN OFICIO ENTRE BOTONES Y SUEÑOS

Amanda vive en el noroccidente de Bogotá, su día normal comienza a las cuatro de la mañana cuando se levanta a coser y posteriormente a hacer sus labores domésticas.

El oficio de la costura lo alterna en la actualidad con el hogar, pues durante muchos años trabajó en varias microempresas, tanto familiares como de carácter privado.

Ha cosido lo que le pongan y este ha significado un reto, pues por sus manos han pasado todo tipo de prendas y materiales, desde camisetas, hasta sudaderas, también ha diseñado prendas y en sus inicios tejía sacos con la máquina tejedora.

Cuenta con tres máquinas industriales (la plana, la collarín, y la fileteadora) además de una máquina familiar, que sirve para abrir ojales, estas cuatro máquinas las adquiere después de varios años de arduo trabajo, y son su principal herramienta de trabajo.

Actualmente ella se dedica a coser pijamas, lleva varios años trabajando a satélite (Una modalidad en la que los dueños de las micro-empresas le llevan el trabajo a la casa) de manera independiente, sin embargo debe trabajar de manera rápida y eficiente.

La talla que más cose es la M.

Trabajar en el hogar tiene muchas ventajas, pues le permite manejar el tiempo de una manera más flexible, tiempo que alterna con el cuidado de su nieta, a la que debe prestarle atención, darle de comer y velar por su bienestar, tareas que complementa y que termina a las 9 de la noche.

Las agujas son los implementos que más se desgastan, pues dependiendo la prenda estas resisten un tiempo determinado, lo que le genera un gasto constante, además de la revisión periódica a las máquinas que debe hacerla cada seis meses.

Ella es muy devota a Dios y a los santos, es por esto que en sus máquinas y en su taller en general no pueden faltar imágenes, oraciones o medallas de santos como la virgen María, la virgen de Guadalupe, y el papa Juan Pablo II.

Ella asegura que es un oficio mal remunerado, pues le pagan cada pijama completa (dos prendas) a $900 pesos, sin tener en cuenta la hilaza que debe comprar, que le vale 3.100 pesos, la de colores es más costosa, además de otros gastos como el aceite y transporte en muchas ocasiones.

Una de las cosas que más le gusta hacer es escuchar música, el vallenato y la música bailable son sus géneros favoritos, su gran sueño era haber pertenecido a una orquesta como bailarina. Le gustan artistas como Farid Ortiz, Diomedes Diaz, Miguel Morales, Wilfrido Vargas y su orquesta.

Su trabajo depende mucho de las temporadas, así como la decembrina que se acerca, pues su producción aumenta, estas fechas también son una excusa para escuchar lo mejor de sus artistas favoritas, hacer lo que más le gusta, que es bailar y compartir con su familia.